Un esqueleto de 4.800 años descubierto en Taichung, Taiwán, muestra a una madre acunando a su hijo de seis meses. Se cree que este antiguo hallazgo pertenece a la cultura Dapenkeng, que se remonta al 2800 a. C., y se cree que es un antepasado de los pueblos austronesios que más tarde se extendieron por el Pacífico.
A medida que se acercaba el Día de la Madre, un descubrimiento notable capturó los corazones y la imaginación de muchos. Los arqueólogos, ahondando en las profundidades del tiempo, desenterraron los antiguos restos de una joven madre y su pequeño hijo, encerrados en un tierno abrazo que había durado 4.800 años.
El descubrimiento se realizó en Taiwán, donde se encontraron un total de 48 restos en tumbas, incluidos los de cinco niños. Entre ellos, la pareja formada por madre e hijo fue la que más destacó. Conservados durante casi 5.000 años, los esqueletos encontrados en el área de Taichung representaban a una joven madre mirando con amor al bebé acunado en sus brazos. Los investigadores, utilizando técnicas de datación por carbono, rastrearon estas reliquias hasta el Neolítico, un período dentro de la Edad de Piedra, marcándolas como los primeros signos de actividad humana encontrados en el centro de Taiwán.
La excavación del sitio comenzó en mayo de 2014 y tardó un año en completarse. Cuando los arqueólogos desenterraron los restos de la madre y el niño, quedaron desconcertados. Chu Whei-lee, curador del Departamento de Antropología del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Taiwán, recordó vívidamente el momento. “Cuando fue desenterrado, todos los arqueólogos y miembros del personal quedaron conmocionados. ¿Por qué? Porque la madre estaba mirando al bebé que tenía en las manos”, dijo. La madre medía 160 cm de altura, o 5 pies y 2 pulgadas, mientras que el bebé en sus brazos medía sólo 50 cm, poco más de un pie y medio.
Este impresionante descubrimiento, aunque sorprendente, no fue el primero de su tipo. En el pasado se han descubierto momentos similares, conservados durante miles de años. En particular, los arqueólogos chinos encontraron los esqueletos entrelazados de una madre y su hijo en un sitio de la Edad del Bronce temprana en el centro de China, conocido como la “Pompeya del Este”. El sitio, golpeado por un devastador terremoto y las inundaciones del río Amarillo alrededor del año 2000 a.C., reveló a una madre tratando de proteger a su hijo durante la catástrofe. Las fotografías de estos restos muestran a la madre mirando hacia arriba mientras está arrodillada en el suelo, abrazando a su hijo pequeño, que los investigadores creen que era un niño.
A medida que se difundió la historia de la antigua madre taiwanesa y su hijo, sirvió como un conmovedor recordatorio del poder perdurable del amor maternal. El descubrimiento, que se produjo tan cerca del Día de la Madre, resonó profundamente y ofreció un tributo atemporal a los vínculos entre madre e hijo. Esta historia del abrazo eterno, conservada a lo largo de milenios, continúa tocando los corazones de quienes la escuchan, subrayando la conexión universal e inquebrantable de la maternidad.